Mirame, date vuelta y mírame, date vuelta y volve por favor.

Cuando queres que alguien te mire no importa ninguna otra mirada, vos queres esa mirada y ninguna más.

Pedimos a gritos desesperadamente que abran sus ojos y nos miren, que nos vean, que vean nuestro dolor y nos comprendan.

Hacemos enormes esfuerzos para no necesitar de nadie, para no necesitar de una mirada que nos haga sentir que existimos en esos malos momentos en que te sentís invisible o incomprendido. Hacemos cualquier cosa por atraer esa mirada, deseamos que alguien nos diga la solución,y poder brillar para ser mirados.

Siempre los ojos que más nos obsesionan son los que no nos pueden mirar. Pero la mejor mirada no es la que se nos niega, sino esa mirada que no vemos, la que  sin querer ignoramos por no darnos cuenta.